Pues mientras viajo en la ciudad que me vio nacer y que quiero con locura, pienso que Madrid engulle la vida, la suerte y el alma de los que aquí moramos.
He pasado unos días fuera de la ciudad porque lo necesitaba. Esto es lo que he visto y vivido:
Los primeros dos días (el del viaje y el siguiente) los pasé en casa de una pareja de amigos con los que ya he convivido anteriormente y a los que aprecio mucho. Ahí comenzó todo. El primer día fuera de Madrid, después de un mes sin una sola oportunidad de empleo, me llaman para realizar dos entrevistas de trabajo (pensaréis que es mala suerte pero esperad) obviamente no puedo asistir a ninguna pero no desespero. Además descubrí una serie que no había visto (No te fíes de la pxxx del apartamento 23) y que disfruté mucho y probé uno de los mayores placeres que he conocido culinariamente hablando, LAS CROQUETAS DE TERNASCO.
El viernes nos fuimos a unas jornadas lúdicas en Pamplona y aunque no he podido ver a mis amigos del norte, fueron cuatro días espléndidos sin preocupaciones. Jugué al pokemon go, fui alcaldesa del pueblo de castronegro (jugado en vivo), fui una adorable anciana hippie a finales del siglo XV en la España de Torquemada, fui camarero, director de juego (2 veces), aprendí a jugar al viajeros al tren y gané, fume en cachimba, conocí gente extraordinaria, bailé midica ochentera y me desgañité cantando mientras meneaba mi Hakama, me hice socio del club de la ducha, me bañé en un río bajo una cascada cual Siryu. Tonteé y fui considerado sexy en varias ocasiones (o eso quiero creer), bebí cerveza, mierda rosa, veneno del sur, pacharán (sólo faltó el limonccelo de Rosita) y mucha agua y finalmente rematé los 4 días visitando el castillo de Olite, uno de los sitios más bellos que he visto (ideal para un vivo de scooby doo).
Volví a casa de mis amigos acompañado, querido, sin defensas, con dolor de muelas y de músculos pero completamente satisfecho y me volvieron a llamar para hacer dos entrevistas el día siguiente al que volvía. Y aprendí a hacer un plato finlandés muy rico
El camino a Madrid ha sido bastante soporífero, quizá por cansancio, llegar a casa, y de nuevo la rutina, me acosté temprano pues olvidé el barro bueno de la cachimba en Zaragoza, he tenido que salir de mi habitación casi sin dormir tras sufrir 17 picaduras de un mosquito que gracias a una camiseta ha pasado a mejor vida y tras el período de insomnio, me he ido a las entrevistas. No han ido genial pero tengo un nuevo optimismo, y es que esta semana que he vivido ha sido un poderoso vigorizante en mi vida.
Todo esto para deciros que si estáis agobiados, lo mejor es salir de la rutina y coger fuerzas de los amigos viejos y nuevos, de descubrir lo que no se conoce y nos espera ahí fuera, porque ahí está nuestra suerte y la fuerza para volver y afrontar todo de forma distinta.
Pues lo dicho: besitos para ellas, para ellos si se dejan y si conocéis gente de las Umbras con Facebook avisad, que no cogí a nadie de los nuevos.
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